Nos reunimos en una escuela con un grupo de madres y padres con niños y niñas con dificultades de aprendizaje. Una de ellas, con su bebé en brazos, dijo un tanto ansiosa: “Yo no puedo hacer eso que me piden de comprender la conducta de mi hijo, su comportamiento me molesta, lo hace para hacerme enojar”.
¿Qué mensaje está oculto detrás de esta afirmación?
Hay figuras de cuidado con rutinas agobiantes, emociones abrumadoras y experiencias de violencia domestica en su infancia que dificultan su capacidad para sintonizarse, pensar y dar significado a las conductas de sus hijos.
Al haber tenido una crianza en ambientes constantemente estresantes tienden a expresar sus respuestas de manera reactiva, mostrando emociones descontroladas o, de manera opuesta, inhibidas, callando lo que duele.
Al convertirse en madres o padres, a pesar de tener una buena intensión al criar, desempeñan esta compleja tarea con formas rígidas, castigadoras o negligentes.
Pensemos: ¿qué persona adulta dio significado a los sucesos emocionales en su niñez ? ¿Dónde quedaron esas emociones generadas en su propia crianza?
Música de suspenso
Las experiencias emocionales y los recuerdos de nuestra infancia quedan inscritas en el mapa de nuestro cuerpo, expresándose a través de palabras y actos que tenemos en nuestras relaciones.
Cuando las emociones no son conscientes, las palabras y los actos se transforman en malos tratos hacia la infancia, incapacitándonos para comprender el desarrollo de nuestra descendencia. Estos sucesos se traducen en una “música de suspenso” que resuenan en la mente de la persona adulta provocada por olores, palabras o recuerdos asociados a su propia experiencia de violencia.
Esta música se escucha, por ejemplo: durante la rutina del baño, cuando no se quieren duchar, durante la comida cuando no quieren comer lo que se preparó o en un berrinche por situaciones que parecen no tener sentido.
La mente de la figura de cuidado se activa por factores emocionales que se traducen como amenazas, complicando «estar con» sus hijas e hijos.
Cuando tenemos tanto ruido emocional en la mente se obscurece nuestra capacidad de pensar y relacionarnos sin lastimar.
Los autores Glen Cooper y Bert Powell, especialistas en trabajo con madres y padres, consideran importante identificar la «música de suspenso» que activa expresiones de violencia. Para ellos es importante apoyar a las figuras de cuidado a desarrollar una capacidad reflexiva colaborativa que ayude a dar significado al desarrollo de las niñas y los niños.
Interesante ¿verdad? Te invitamos a explorar tu propia «música de suspenso».