¿Risperidona o padres atentos?

Un entendimiento del TDAH desde lo relacional

Una madre se presenta a consulta psicológica con la frase: “vine con usted doctor porque la maestra de mi hijo dice que es hiperactivo y no pone atención a la clase ¿Necesita alguna pastilla para que esté quieto? No quiero que se vuelva adicto”. Más adelante durante la sesión de juego terapéutico el niño dice “yo necesito moverme mucho para que mi mamá me mire y me pueda cuidar”.

La frase de la madre proviene del enfoque médico que interpreta la conducta como una enfermedad con una solución farmacológica e individualista. La del niño se puede interpretar desde el enfoque relacional como un fallo en el vínculo.

El Trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se considera como la dificultad de prestar atención, impulsividad en la toma de decisiones y conductas motoras hiperactivadas. Los manuales de psiquiatría no consideran el aspecto vincular como factor protector o de riesgo en el malestar.

¿El orden biológico será el único factor y remedio?, ¿el aspecto vincular en la crianza se relacionara con este padecimiento?, ¿la negligencia emocional será un desencadenante?

Tres aspectos básicos para el desarrollo

Las neurociencias relacionales consideran la mirada, los gestos faciales y la regulación de las vocalizaciones como aspectos que contienen, integran y organizan los impulsos naturales del desarrollo en los primeros años. Estos elementos se consideran los primeros organizadores del desarrollo.

Cuando la madre alimenta o juega al famoso juego de “estoy y desaparezco” el niño pequeño busca la mirada para conectarse y no sentirse perdido. El ritmo en las vocalizaciones organiza la afectividad del momento del alimento cantándo o hablando a su bebé mientras ella se encuentra en algún otro cuarto preparando su biberón. El niño se mantiene atento porque la voz de la madre propicia tranquilidad motora en esa pequeña separación. Cuando están cara a cara la expresión facial funciona como espejo de aprobación o desaprobación a su comportamiento.

Al estar ausentes estos organizadores, el cuerpo del niño se pone desatento, desorganizado e hiperactivo, conductas que funcionan para adaptarse a este escenario.

Los niños con alteraciones en su desarrollo no solo necesitan pastillas para aprender mejor, necesitan la presencia, observación y la voz de sus padres para organizar e integrar los aspectos de su desarrollo esperado.

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