“Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.”
Friedrich Nietzche
En ciernes de los finales, comienzos y recomienzos…
Pensando en la tesis de Nietzche, cuando nos habla del eterno retorno, consideremos que la ruptura del tiempo lineal, tal como lo conocemos, es inminente. No obstante, aquel eterno retorno, no implica repetitividad o un carácter cíclico infinito, por el contrario, el filósofo incide en la posibilidad de entender la vida como una afirmación, como la aceptación rotunda del curso de la vida.
Ahora bien, ¿a qué se refiere Nietzche con esa aceptación rotunda del acontecer? Ante todo, para el filósofo, es necesario hacer una reivindicación de la vida, entender que aquel retorno es la existencia de eventos únicos, eternos por sí mismos, toda vez que son producto de nuestras decisiones, y allí es donde justamente podemos encontrar el sentido de la existencia humana, en aquellos instantes que exactamente son eternos -eternamente cíclicos- porque son decisiones de larga duración, es decir, impactan a la postre y a largo plazo.
Y es que decidir es autodeterminarse, elegimos, no solamente lo que hacemos o lo que vendrá; ante todo, nuestras elecciones hablan por cada persona y viceversa, he ahí aquel temor a asumir la vida, del que también Nietzche nos habla, pero después de todo, en esta era posmoderna, si hay algo permanente, es la elección.
Llegado este punto, entonces qué pensar, hacer o asumir en medio de la convulsión de un año que finaliza, para dar comienzo al otro, pues bien, casarse con la idea de que cerramos ciclos, es muy conveniente si lo que queremos es un compilado de hechos, decisiones y autodeterminaciones perennes, o sea, vivir por vivir, por el mero hecho de acumular… Aún si acumular, solamente implica almacenar, sin afán de revisitar, consultar o mucho menos, significar.
Asumir que la vida es un eterno ciclo, conformado de hechos que deben ser dotados de significado conscientemente, nos pone en perspectiva: los años no solo son un calendario de 365 hojas que apenas terminarse habrán de ser páginas en blanco donde reescribir, por el contrario, pensar que aquellas 365 hojas, están escritas, son susceptibles de aguardar más entradas de información, que no solo se suma a lo anterior, sino que impacta, resignifica, pero, sobre todo, suma… Para bien o para mal, decidir en qué sentido es que se añade aquello que escribimos o reescribimos en esas páginas, depende en su totalidad de cada persona.