Los niños del pasado

¿Qué sientes cuando te enteras que una niña o niño ha vivido violencia por parte de un adulto que debería cuidarlo? Me gustaría que pusieras atención en esa sensación o sentimiento. Antes continuar leyendo date un momento para percibirlas. Probablemente, sientas enojo, tristeza, frustración, furia, desesperanza o todas a la vez.

Ahora quiero preguntarte ¿Qué piensas de las cuidadoras o cuidadores que ejercen violencia? Toma nuevamente un momento para contestar.  Es probablemente piensas que son malas personas, que no tienen ningún interés por sus hijas e hijos, incluso, que no merecen ser madres o padres.

Ahora piensa: ¿habitualmente que se hace con los cuidadores que ejercen violencia? Las organizaciones gubernamentales o civiles ocupan las siguientes opciones: hablar con estas personas y pedirles que sean “buenos padres”, enseñarles cómo “deben cuidar”, les retiran el cuidado de las y los niños hasta que cumplan ciertos requisitos y, en casos más extremos, son “castigados con forme a derecho”. ¿Qué piensas sobre esto?

¿Castigar o atender?

Hemos aprendido que quien provoca algún daño debe ser “castigado”. Pero, si reflexionamos por un momento, parece que la formula no está funcionando. La violencia en contra de niñas y niños ha aumentado significativamente en los últimos diez años.

Entonces, ¿qué hacer? Necesitamos un cambio de paradigma. En primer lugar hay que reconocer que la violencia se transmite de generación en generación. Es altamente probable que estos cuidadores hayan sufrido violencia durante su infancia y ahora lo están repitiendo. Por esta razón cuando se les pide que sean “buenos padres o madres» no tienen un punto de referencia. O cuando se les solicita una lista de requerimientos para el cuidado no los pueden reunir porque no saben cómo hacerlo o no tienen los recursos para lograrlo.

¿Y qué pasa cuando les «enseñamos» como ser mejores cuidadores?, parece que aquí no hay argumento que lo explique. Hagamos una hipótesis: podría ser ¿qué sus habilidades emocionales no son suficientes para experimentar nuevas formas de cuidado? Es posible que estés pensando que nada de esto justifica sus conductas y tienes toda la razón. La idea no es justificar, sino entender el origen para poder modificar las formas de relación de manera permanente.

La propuesta consiste en que las organizaciones acompañemos a madres y padres a descubrir nuevas formas de cuidado. Regresándole valor al adulto y resignificando sus experiencias adversas. De esta manera estaremos garantizando familias seguras para niñas, niños y adolescentes.

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