Esta es la última entrega de la traducción de la Dra. Sandra Bloom acerca de las seguridades en las organizaciones.
SEGURIDAD MORAL
Crear un entorno de ayuda moralmente seguro es probablemente más desafiante hoy que nunca. El término “angustia moral” describe situaciones en las que sabe qué es lo correcto, pero hacerlo se ve frustrado por las limitaciones. Los proveedores de servicios sociales y de salud mental experimentan angustia moral cuando deben actuar de una manera que contradice sus creencias y valores personales. Hay una sensación de ser moralmente responsable, pero incapaz de cambiar lo que está sucediendo. Se ha demostrado que el sufrimiento moral es el resultado de reacciones que se originan en actuar, o no actuar, en formas que van en contra de la propia conciencia y creencias morales.
Por el contrario, un entorno moralmente seguro es aquel en el que puede hacer su trabajo con un sentido de integridad, porque su sentido de lo que es correcto está respaldado por la institución en la que trabaja y las personas que lo supervisan directamente. Por supuesto, es probable que lo que es correcto se perciba de manera diferente según quién sea usted, su experiencia y su posición en la jerarquía de la organización. Entonces, como el resto de lo que describimos como Santuario, descubrir la seguridad moral es un proceso que se desarrolla constantemente. Es un intento de reducir la hipocresía que está presente, tanto explícita como implícitamente, en nuestros sistemas sociales.
Esta es una búsqueda fundamentalmente importante para los pacientes que son víctimas del abuso de poder porque es probable que sus sistemas internos de significado se hayan vuelto confusos y contradictorios. La exposición a la corrupción puede ser contagiosa; la exposición a una autoridad abusiva puede crear un comportamiento abusivo por parte de aquellos que alguna vez fueron abusados. La experiencia repetitiva de la injusticia puede hacer que una persona sea incapaz de actuar con justicia y sea más probable que busque venganza. Por lo tanto, las personas que han estado expuestas a la adversidad, particularmente a manos de otros, solo pueden encontrar un tipo diferente de significado y propósito de vida si están expuestas a entornos que son diferentes, que no reproducen, su abuso anterior. Y es probable que las personas que han estado expuestas a la adversidad, la injusticia y el trauma tengan una gran confusión sobre lo que está bien y lo que está mal, cómo se debe tratar y cómo no se debe tratar a las personas. Como resultado, su nivel de inteligencia moral puede verse comprometido y requieren un entorno en el que otras personas estén modelando una forma diferente de relacionarse entre sí y con el mundo que les rodea.
Un entorno moralmente seguro se involucra en una lucha continua con los problemas de honestidad e integridad. Crear un ambiente moralmente seguro significa que debemos tomar una mirada autoevaluativa de nuestras presunciones terapéuticas, nuestro entrenamiento, nuestras racionalizaciones y nuestras creencias fijas, así como nuestra práctica. Debemos mirar nuestros propios problemas con autoridad y estar dispuestos a participar, no solo a administrar, la red relacional que forma la estructura de nuestros lugares de trabajo. Nos vemos obligados a preguntarnos: «¿En qué creemos realmente?» “¿Qué es lo que realmente estamos haciendo y qué estamos tratando de lograr?” “¿Los medios nos llevarán a los fines deseados?” “¿Los medios justifican los fines?” “¿Las actividades que estamos prescribiendo conducen a la autonomía, la conexión y el empoderamiento o la dependencia, la alienación y la impotencia?”
Estas pueden ser preguntas duras y vergonzosas con respuestas que, a veces, son nocivas y difíciles de digerir, especialmente para los gerentes que se sienten moralmente responsables de lo que sucede en su organización. En una era de atención administrada (algunos dirían, mutilada), un entorno moralmente seguro exige que seamos honestos con nuestros clientes, sobre nuestras limitaciones, sobre nuestra creciente incapacidad para brindarles lo que sabemos que necesitan, sin dejar de ofrecerles esperanza en el futuro y aliento para seguir en la lucha por la recuperación, aun cuando no puedan obtener el apoyo que se merecen.
De igual forma, nuestros clientes deben enfrentar las violaciones a la integridad moral que caracterizan los sistemas específicos dentro de los cuales se desarrolló su comportamiento normativo, ya sea su familia, una organización religiosa, un culto o una institución. Esta violación de la integridad moral también se relaciona con las razones fundamentales por las que las personas buscan servicios en primer lugar, muy a menudo porque son un peligro claro y presente para ellos mismos o para los demás. Para estar moralmente seguros, debemos analizar con honestidad las formas en que nuestras estructuras burocráticas, creadas para una mayor eficiencia en el manejo de un gran número de personas, pueden deshumanizar inadvertidamente a las mismas personas a las que se supone que debe servir la organización, porque cuanto mayor sea la distancia entre los seres humanos realmente vivos contacto, más fácil es crear políticas y hacer cumplir los procedimientos que hacen que las personas sufran más, no menos. Además, todos nos vemos obligados a mirar las formas en que nuestra cultura refuerza los mensajes transmitidos por las instituciones dentro de las cuales estamos socializados. Esto implica observar la forma en que nuestra sociedad, no solo nuestras organizaciones, se organiza en torno a experiencias traumáticas no resueltas y decidir qué vamos a hacer dentro de este universo moral.
Referencia: Bloom, S. (s.f.) . Sanctuary as a Culture of Security. https://www.thesanctuaryinstitute.org/
