Preparando la separación

Uno de los mitos más frecuentes en las personas que trabajan ateniendo a niñas, niños y adolescentes que han vivido violencia familiar es que “no deben apegarse porque en un tiempo determinado, se tendrán que ir”. Esto realmente causa una gran confusión en todas las personas, tanto en quien atiende, como en quien es atendido.

Las y los profesionales en su mayoría dedican su vida a está tarea porque hay un interés genuino en las personas que atienden. Se generan emociones en ambas partes, ya que recordemos que estás no se pueden evitar. También se generan expectativas de lo que se quiere lograr. Es decir, se crea una relación cercana.

Tratar de no crear un vínculo así, puede generar inseguridad en las y los profesionales en su labor cotidiana, ya que va estar luchando con lo que siente y que piensa que es correcto. También es muy probable que envíe mensajes confusos a quienes atiende, lo que tendrá como resultado que se fracture la confianza.

Abandono vs separación

Las separaciones son parte de nuestra vida y hay que realizar los preparativos necesarios para que no se viva como un abandono. Muchas de las personas a las que atendemos han vivido innumerables abandonos, no han podido tener un cierre con las personas que han dejado de ver, ya que el abandono se da de manera repentina, por lo tanto, quedan muchas preguntas sin resolver y emociones sin digerir.

El abandono afecta directamente la seguridad de las personas, ya que estás no se sienten valoradas por quienes desaparecen de sus vidas repentinamente. Incluso, puede generar resistencia para confiar en relaciones futuras y generar vínculos cercanos, por el miedo de ser abandonados nuevamente.

El apego es una herramienta fundamental para preparar la separación. Las niñas, niños y adolescentes con los que trabajamos, deben de saber desde el inicio de la relación que estaremos juntos por un tiempo determinado.  Cuando se acerque la fecha de la separación tenemos que anunciando para que todas y todos lo tengamos claro. Es evidente, que esto generará emociones no placenteras, por lo que las y los profesionales tendrán que ayudar a co-regular las emociones de quien atiende y modelar con su propia regulación.

El apego trasciende aun en la distancia, porque la seguridad no está en la otra persona. En este caso, la seguridad de las niñas, niños y adolescentes no deben depositarse en la o el profesional. La seguridad debe fortalecerse en ellas y ellos mismos con base a la relación que establecieron con el personal de la organización.

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