Ciclo vital de la familia

Así como es importante conocer el desarrollo del ciclo vital de los individuos, desde el enfoque sistémico es necesario contemplar el ciclo vital de la familia. El enfoque sistémico observa a la familia como una entidad que se transforma en el tiempo, ya que pasa por distintas etapas y cambios que alteran sus reglas e interacciones, y que dan paso a modificaciones en su estructura y organización y pueden, incluso, llegar a producir crisis.

Cada vez se observan más variadas formas de convivencia, por ejemplo: existen familias monoparentales, divorcios, familias reconstituidas, homoparentales, etc., que desarrollan formas y dinámicas de funcionamiento particulares. Aunque se entiende que cada familia tendrá una trayectoria particular, las etapas que mencionaremos a continuación se refieren a generalidades que sirven de parámetro para suponer y entender situaciones por las cuales las niñas, niños, adolescentes y sus familias pueden estar atravesando.

Los períodos en que se comprende el ciclo vital son los siguientes:

Cortejo

Es la etapa donde el involucramiento de la adulta o adulto joven con sus pares se orienta hacia la elección de pareja, diferenciándose de la familia de origen.

Primeros años de pareja o matrimonio

El ritual de casamiento o comenzar a vivir bajo el mismo techo puede marcar un momento importante entre etapas. La pareja empieza a convivir y se genera la alianza conyugal. Cada uno debe reorganizar las pautas de comportamiento que traen de sus familias de origen mediante acuerdos, y se establecen nuevas reglas de interacción como distribución de tareas y roles. Es el momento de acordar formas de relacionarse con sus familias de origen.

Nacimiento de los hijos e hijos pequeños

Las tareas y roles se modifican, la configuración de pareja da paso a la aparición de triadas para dar cabida a las hijas e hijos surgiendo los roles parentales. Estos pueden dar pie a alianzas y coaliciones, ya que cuestiones no resultas por la pareja pueden empezar a ser tratadas por medio de la descendencia.

El nacimiento de un bebé congrega a dos familias generando nuevos papeles como el de abuelas, abuelos y tías y tíos provocando nuevos alineamientos en la familia extensa. La pareja se concentra más en la familia nuclear y tiende a distanciarse de la extensa: los roles de la pareja original se vuelven más de cuidadores de su descendencia que de su propio rol como hijas o hijos.

Si la pareja se mantiene unida, se mantendrán excesivamente involucrados en el cuidado de las hijas e hijos. Cada nuevo nacimiento incorpora modificaciones y hace surgir nuevas y viejas cuestiones. Si bien la maternidad y la paternidad pueden ser procesos placenteros se contraponen tensiones por problemas complejos surgidos durante la crianza. También la relación con los la propia madre y padre se redefinen.

Hijas e hijos en edad escolar

La incorporación de las hijas e hijos a la escuela hace que éstos se involucren cada vez más en actividades e interacciones fuera de la familia. Las formas de interacción anteriores pueden resultar poco adecuadas para el nuevo momento y generar crisis. Las diferencias sobre los criterios de crianza en la pareja pueden hacerse más evidentes.

Familias con adolescentes

Esta etapa requiere una redefinición de la relación entre la madre, el padre y el adolescente, ya que éste ha desarrollado cierta autonomía y se encuentran menos en casa. Esta etapa puede representar un momento de gran turbulencia familiar debido a que muchas familias pretenden mantener el orden jerárquico anterior. Requiere de flexibilidad en los límites del sistema para poder fomentar la independencia de las hijas e hijos. También puede presentarse tensión debido a que la pareja debe incorporar el cuidando de sus progenitores debido a enfermedad o fragilidad por la edad.

Emancipación de hijas e hijos

La salida de las hijas e hijos del hogar generalmente es un periodo crisis. Las relaciones entre padres e hijos deben de ser menos vertical para transformarse en interacciones de adultos a adultos. Que los hijos establezcan sus propias familias origina entradas y salidas del sistema, la familia extensa se agranda con la incorporación de la familia política y los nietos. La pareja parental debe asumir el nuevo rol de abuelas o abuelos. En esta etapa la pareja se reencuentra y debe reelaborar su relación ya que durante años se dedicaron a la crianza de las hijas e hijos, lo cual pudo haber provocado distanciamiento o que cuestiones no resultas del pasado vuelvan a emerger. También, algunas parejas pudieron haberse roto en el camino y formar nuevas uniones. En este periodo con frecuencia se debe afrontar la perdida de los propios progenitores de la pareja.

Retiro y vejez

Cuando la pareja ha envejecido, existe una disminución de la vida económicamente activa. Pasan de cuidar a requerir cuidados. Paulatinamente alguien de la pareja muere. Se afronta la viudez y el duelo correspondiente. Algunas personas adultas mayores pueden sentirse carentes de importancia para la generación más joven. La familia debe resolver el cuidado que requieren y en muchas ocasiones no suele ser un manejo fácil. De la forma en que la generación joven cuide a la anterior surgen patrones que cuando esta generación alcance la vejez se repetirán continuando los ciclos de cuidado familiar.

Conocer estas etapas nos ayuda a saber los retos en que puede estar atravesando el núcleo familiar y acoplar nuestras intervenciones, espero que esta información te sea de utilidad.

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