Pequeños cambios pueden generar gran impacto

¿Has escuchado frases como “todavía no tiene edad para saber lo que hace” o “los niños no deben meterse en conversaciones de adultos”? Estás frases seguramente las escuchaste en tu niñez; probablemente, actualmente las sigues escuchando. Incluso, es posible que hasta las hayas dicho.

Lo anterior no es una casualidad, es parte de la visión adultocentrista con la que nos han venido educando de generación tras generación. Esta visión coloca a las personas adultas en una posición de superioridad y que justifica el abuso de poder que se ejerce sobre las y los niños. Este tipo de conductas son las se están tratando de erradicar con la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes promulgada en el año 2014.

Si bien, esta ley es un avance importante para generar relaciones más equitativas entre las personas sin importar su edad, no es sufriente. Se requiere de un convencimiento de quienes ejercemos funciones paternas o maternas, para cambiar de una visión adultocentrista a una relación basada en los buenos tratos.

¿Qué cambios se necesitan?

Se podrían mencionar una innumerable cantidad de cambios, pero la invitación es que empieces con lo más fácil (pero no por eso de menor impacto)

Inicia por ponerte a su altura. Esto te permitirá hacer contacto visual, facilitará la comunicación y fortalecerá la confianza. Llámales por su nombre, recuerda que esté nos da identidad. Usa un tono de voz amable, seguramente quieres ser una figura de autoridad y esto no lo minimiza en lo absoluto. Date la oportunidad de escucharlos, también tienen ideas y emociones que necesitan transmitir para fortalecer su seguridad. Establece una escucha activa, por ejemplo, puedes parafrasear algunas de sus ideas, para que sepan que el mensaje te está llegando de manera clara. Si lo permite profundiza en la conversación, para esto es importante tener cuidado de no presionar, pero al mismo tiempo de no cortar prematuramente el dialogo, habrá señales que te indique hasta donde puedes llegar.

Intenta llevar acabo estás acciones y trata de observar el efecto que tiene. Recuerda que todos podemos aprender cosas nuevas sin importar nuestra edad. Finalmente, las personas adultas seguimos creciendo y desarrollándonos todos los días. Dejemos que niñas, niños y adolescentes también ejerzan el poder de enseñarnos.

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