¿Alguna vez te ha pasado que una mamá, papá o persona adulta, se desregula emocionalmente al grado que pareciera que está haciendo un berrinche?
Los berrinches son esperables en niñas y niños entre 1 a 3 años de edad. Estos suceden generalmente cuando tienen algún malestar, hambre, sueño, incomodidad en general.
Además de lo anterior, al haber alguna situación que genera frustración o impotencia, lleva a las niñas o niños a tener un desborde emocional. Cuando se da este desborde emocional es cuando les vemos pataleando, gritando, o en un llanto incontrolable.
Como se menciona, es esperable que estos aparezcan en la infancia. Se debe a que como personas, en estas edades, apenas se está en desarrollo en muchas esferas, entre ellas, la emocional. Es importante, para el desarrollo, que haya una figura sensible que le ayude a corregularse emocionalmente. Esto, incluso, es una función del apego.
El manejo emocional se aprende
Nadie nace con el conocimiento y manejo de sus emociones. Por eso sabe enfatizar en la necesidad de una figura sensible en el acompañamiento del desarrollo de las personas en su infancia. Poco a poco, y con la ayuda de una persona adulta, es que se van identificando las emociones. Pueden irse nombrando y logrando encontrar estrategias que ayuden a la autorregulación.
¿Qué pasa cuando esto no sucede?
En escenarios, donde, desafortunadamente, no se cuenta con una figura sensible que ayude a la corregulación emocional de niñas y niños, esto se retrasa. Incluso, es posible, que se opten por estrategias inadecuadas de manejo emocional como la negación y represión. Un manejo inadecuado no ayuda a la regulación emocional, solo la niega o reprime. Las emociones buscarán la manera de salir a la superficie. En muchas ocasiones será en el momento menos oportuno y en una intensidad mayor, generalmente, sin control.
La falta de regulación emocional, si no se atiende, acompañará a la persona en su desarrollo. Por ello es que se logran ver a personas adultas que tienen “explosiones” emocionales, o desbordamiento, que podríamos nombrar como berrinches. Esto podría deberse a que en su desarrollo no hubo una figura sensible que le ayudara y modelara a regularse emocionalmente.
Fortalezcamos a niñas y niños por igual
En investigaciones, como la generada por Heras, Cepa y Lara (2016), se remarca la diferencia entre niñas y niños sobre el manejo y autorregulación emocional. Siendo los niños quienes tienen patrones más conflictivos, en incluso de falta de regulación emocional. Lo anterior podría responder a constructos y roles sociales de género, donde se invisibiliza a niños para el manejo emocional.
Por una adultez emocionalmente más regulada, sigamos trabajando con la niñez.
Heras, D.; Cepa, A. y Lara, F. (2016) Desarrollo emocional en la infancia. Un estudio sobre las competencias emocionales de niños y niñas. International Journal of Developmental and Educational Psychology, 1 (1), 67 – 73. https://www.redalyc.org/pdf/3498/349851776008.pdf
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