1989 marcó el inicio de Fundación JUCONI. En ese mismo año se aprobó la Convención de los Derechos de la Niñez. Hemos crecido juntos y este instrumento ha guiado nuestra labor.
Las niñas y los niños tienen derechos humanos como las personas adultas. Sin embargo, la dependencia de sus cuidadores ha hecho que estos no se reconozcan. Por ello, la Convención ha establecido derechos especiales derivados de sus necesidades específicas.
Es un marco ético y jurídico internacional donde los Estados se comprometen a que las niñas y los niños tengan protección y asistencia. Que cuenten con educación, servicios de salud y se desarrollen saludablemente en espacios de comprensión y cuidado. También, proveerles de medios para que conozcan sus derechos y que participen activamente en la consecución de los mismos. Este instrumento no solo es referente para los Estados sino para muchas organizaciones que trabajan con y en favor de la niñez.
La Fundación ha tomado como guía las directrices de la Convención.
Hemos madurado y crecido en su implementación. Entendemos que no todas las niñas y niños disfrutan de una infancia plena. Aquellos en condiciones especiales como no contar con cuidado parental, en situación de calle o realizando trabajo infantil son poblaciones donde particularmente se vulneran sus derechos. Estos no son beneficiarios indefensos de una obra de caridad, por el contrario, tenemos la postura que niñas, niños y adolescentes son personas y deben ser tratados con dignidad. Todas y todos cuentan con derechos que tenemos la obligación de respetar y proteger por medio de acciones concretas para pasar de lo escrito en papel a la realidad.
Todos los integrantes de la sociedad debemos contribuir en el cumplimiento de estos compromisos. Cada niña y niño sin ningún tipo de distinción debe disfrutar de todos sus derechos. Si estos son respetados por las familias, las escuelas, instituciones y organizaciones de la sociedad civil estaremos en el camino de convertirnos en la sociedad equitativa en la que todas las personas deseamos (y merecemos) vivir.